Allí, recibido por un coro de niños, Papa Francisco elevó su oración al cielo y bendijo la ciudad:
Que al mirar la Santa Cruz,
elevada en la cima de esta montaña, y que ilumina la vida de las familias,
de los niños y jóvenes, de los enfermos
y de todos los que sufren reciban tu consuelo y tu compañía,
y se sientan invitados al seguimiento de Tu Hijo, único camino para llegar a ti.
Que tu amor traiga a todos tus auxilios divinos
y aumente tus dones espirituales. Te lo pedimos a ti Padre,
por tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.