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Martes, 26 Septiembre 2023
Mons. Juan Abelardo Mata: "El Señor ha sembrado la semilla de su palabra en nuestra tierra"

Mons. Juan Abelardo Mata: "El Señor ha sembrado la semilla de su palabra en nuestra tierra" Featured

La liturgia hoy nos ofrece unas enseñanzas que tienen que ver con la confianza y el coraje. Las tres lecturas van en este sentido. El evangelio nos dice que el Reino de Dios es una fuerza que avanza a través de cualquier dificultad y circunstancia que tiene un dinamismo imposible de detener, igual que la luz del sol, la luz del día avanza, querrámoslo o no.

La primera lectura tomada del Profeta Ezequiel habla así mismo de un crecimiento extraordinario. Pablo en la segunda lectura, se declara lleno de confianza y procede así en su empeño de ser grato al Señor. Así que este es el nervio, el hilo conductor de la reflexión y de las plegarias de hoy. Me imagino que le pusieron muchísima antención a la primera oración que yo dije en nombre de ustedes, yo no vine a inventar nada al altar, vengo a obedecer a mi Dios. Esta plegaria la vemos en todas las lenguas, con toda clase de gente de raza, condición social y lengua, la misma en esta jornada, podrá cambiar pero en el fondo es esta única petición; fortaleza en las pruebas, esta es la enseñanza de confianza que nos da la liturgia de hoy. Puede que tengas tanta necesidad, particularmente en estos días, hay circunstancias como las que estamos pasando en estos días, circunstancias en nuestra vida personal y social que ponen en crisis nuestra confianza que nos impulsan al pecimismo, ¿cuánta gente cayendo?, ¿cuánta gente?, yo se que los cantos de sirena allá en el norte, la aperturan poco la flexibilidad en las fronteras del sur, del coloso del norte, más si se va en familia queda abierto, pero, cuando yo pregunto: ¿y porqué?, ¿no estamos seguros aquí en esta tierra?, aquí no se puede vivir. aqui no hay ni para comer, quiero un futuro mejor para mis hijos, estoy endeudado.

Y eso es duro, porque no es más que nuestra patria, no es más, hay mucho pecimismo, circunstancias dolorosas y circunstancias de hostilidad por parte de gente que se consideran adversarios, simplemente por externar una opinión, ya es enemigo y te mancha la paz y te estan espiando y no hay oportunidad, eso es duro.

Si como iglesia en estos días, los cabezas de la iglesia local estamos sufriendo ataques frontales, así es simplemente por llamar a la honestidad. Si se quiere cambiar el sentido de democracia, hay que consultar al pueblo, no a un grupito, no a un partido, al pueblo y el mandato que el pueblo da, dando su voto a una persona para que tome el poder, no es de hacer lo que le da su regalada gana, hay cosas que van contra la ley fundamental, hay que consultar al pueblo. Cuando se viven estas circunstancias de hostilidad, debilita nuestro dinamismo; en consecuencia, debemos recuperar el coraje porque el Señor es más fuerte que cualquier otro poder y nosotros le sentimos presente dentro de nosotros como una fuerza maravillosa.

El Profeta Ezequiel habla en una situación en la que el pueblo de Israel está pasando una gran prueba, la situación del exilio, es una situación que representa una amenaza para la esperanza, su oráculo quiere infundir al pueblo una gran confianza, si no captaron la fuerza de ese oráculo, hoy va a agarrar los nervios principales. El profeta presenta la imagen de un retoño muy pequeño que Dios planta y se convierte en un cedro magnífico. Dice el profeta: "anidarán en él todos los pájaros a la sombra de su ramaje anidarán todas las aves", que contraste, un espejo, algo que parece despreciable se convierte en un cedro magnífico, refugio para muchos pájaros y todas las aves. Ezequiel recupera aquí un concepto que se repite con frecuencia en la biblia: "Dios humilla a los soberbios y levanta a los humildes". El Señor declara en este oráculo: "y sabrán los árboles silvestres que yo, el Señor, humillo el árbol elevado y elevo el árbol humilde, seco el árbol verde y reverdezco el árbol seco". Dios siempre da vuelta a la situación, y cuando uno en la fe lee la historia personal y colectiva, la historia de la sociedad que uno vive y de la familia, ¡como se ve esa constancia! pero a veces somos tan torpes que no interiorizamos las experiencias de vida. Dios siempre da la vuelta a la situación.

Quien confía en Dios, puede estar seguro de que logrará superar victoriosamente todas las adversidades, todas las dificultades, todas las circunstancias dolorosas. Cuando uno quiere dar vuelta a la situación genera un nuevo ciclo de violencia porque el poder envenena a los héroes y se está fraguando nuevas dictaduras. Con todo, para que la acción de Dios se manifieste es preciso ser humildes, dóciles al Señor. Quien crea que puede alcanzar metas ambiciosas con sus propias fuerzas y de una manera orgullosa, a buen seguro no las alcanzará y encontrará dificultades insuperables; en cambio, quien pone su propia confianza en el Señor, siempre conseguirá superar todas las dificultades y vencer.

El evangelio nos presenta algunas parábolas de Jesús. Este habla espontáneamente en parábolas, les decía, le está hablando al gran público, en donde hay gente de buena fe y gente de mala fe, ahí está la gente que ha venido de Jerusalén para espiarlo. Y en las parábolas de hoy pone en relación el Reino de Dios con todas las realidades de la vida, especialmente con la vida del campo. Aquí compara el Reino de Dios con una semilla hechada en tierra, la semilla de por sí no es nada importante, es insignificante, es como una piedrecilla; sin embargo, lleva en su interior un dinamismo vital, en ese sentido, no se comporta en absoluto como una piedrecilla. Jesús nos hace caer en la cuenta de que tanto si duerme como si vela el campesino que la ha sembrado, la semilla germina y crece; el hombre no sabe como sucede esto, la semilla posee un dinamismo vital, también la palabra de Dios tiene una fuerza vital; recuerden la parábola del sembrador: 60,70, 100% de fruto, la palabra de Dios tiene una fuerza vital, es capaz de vencer los obstáculos como una planta que se abre camino y hunde sus propias raíces, incluso en terrenos inhóspitos, en terrenos duros. Él está permitiendo un poco, es dejar esa gracia, es poder penetrar en la propia conciencia y empieza el cambio, cuando la conciencia no ha hechado cambios. Por eso, debemos tener confianza en el dinamismo de la palabra de Dios.

El Señor ha sembrado la semilla de su palabra en nuestra tierra; es decir, en nuestra existencia humana. Podemos estar tranquilos y estar seguros de que esta semilla producirá su fruto en todas las circunstancias, incluso en las más difíciles.

Jesús nos cuenta después otra parábola que presenta un constraste entre un comienzo muy humilde y un resultado espectacular, compara el Reino de Dios con una semilla de mostaza que es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero en cuanto ha sido sembrada crece y se hace más grande que las demás hortalizas, hecha ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden refugiarse bajo su sombra, será por consiguiente un fuerte contraste entre un comienzo muy modesto y un resultado grandioso.

La iglesia comenzó con una semilla muy humilde, modesto, era como un grano de mostaza, trás la muerte de Jesús todo parecía haber acabado, todo parecía haberse frustrado; sin embargo, pasando a través de muchas dificultades y persecuciones creció porque tenía en sí la fuerza de la palabra y de la gracia de Dios.

Sabemos que pudo enfrentarse con persecuciones desde su inicio, nueve tremendas persecuciones del imperio romano, tanto en Judea como en todos los lugares por los que pasaba Pablo y sembraba la buena semilla de la palabra de Dios, poco después aparecían las persecuciones y hasta el mismo Pablito tenía que salir volado para que no lo apresaran. Con todo a pesar de estas hostilidades también crecientes, a pesar de estas oposiciones encarnizadas, la persecución sistemática durante estos dos primeros siglos del cristianismo, la iglesia creció, y tan grande creció que aún los mismos cortezanos de los palacios imperiales, muchos de ellos ya eran cristianos y desde dentro comenzó el proceso de cambio.

Con el Edicto de Milán la iglesia católica fue reconocida por el emperador Constantino, fue un gran profeta de fermentación y de cambio en la sociedad del imperio romano y de este modo, pudo desarrollarse.... Esto constituye un motivo de confianza para nosotros que formamos parte de la iglesia y poseemos este dinamismo vital que nos hace superar todas las dificultades de la vida. Con toda razón dirá Pablo en Carta a los Romanos, capítulo 8:35-37 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? y a continuación leemos los obstáculos más impresionantes que se pueden imaginar y que a él le tocó vivir, el último le faltaba cuando escribió eso y pasó por eso también tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada, y la espada le cortó la cabeza. Y concluye: en todas esas circunstancias vencemos de sobra, gracias al que nos ama.

El amor de Cristo es el secreto de todo, la fuerza de la palabra de Dios procede del hecho de que exprese el amor de Jesús, el amor de Dios revelado por Jesús, la fuerza de la gracia es la fuerza de este amor, la fuerza está ahí, buscando con sinceridad el corazón, ahí está la raiz, verdaderamente de la victoria. Pablo se muestra siempre repleto de confianza como nos muestra la segunda lectura, incluso frente a la muerte tuvo una actitud positiva en vez de una actitud pesimista, reconoce que la muerte es el medio de alcanzar al Señor de una manera definitiva.

¿Cuántas veces nos tocó vivir en la Basílica de San Pablo y después caminar y después caminar desde ahí, ese Basílica fue elevada sobre la tumba de Pablo y caminaba a tres fuentes, que según la tradición surgieron cuando rodó la cabeza de Pablo, a una distancia más o menos de medio kilómetro, imaginaba el caminar de aquella época de Pablo que era a pie en medio de los pinares. ¿ Qué pasaría por la mente de Pablo en esa recta final que sabía él, en la cual caminaba? ¿ Habrá hecho recuento de su propia vida?; pero esta convicción fue la que le permitió llegar hasta allá; esto que él dice: "Mientras sea el cuerpo nuestra patria, estamos desterrados del Señor".

La vida terrena no nos permite mantener una unión plena con el Señor, debemos pasar por la muerte para llegar a Él de una manera perfecta y definitiva, afirma el Apóstol,procedemos por fe, no por visión, estamos caminando hacia la visión por eso podemos proceder con optimismo, con ánimo prefeririamos desterrarnos del cuerpo para residir junto al Señor.

Lean ustedes sus cartas, las primeras sobre todo, Carta a los Tesalonisense, y esa carta segunda, en el capítulo tercero y cuarto y que ha dado tantos ríos de tinta, se han escrito sobre el arrebato, la segunda venida del Señor,y tantas cosas que algunos malos católicos estan obsetrados con todo eso y pierden la dimensión de toda la palabra y solo se centran en eso.¿ Dónde están, esa descripticiones apocalíticas que hace Pablo, la fuerza lo central ?.

Preferiráimos desterrarnos del cuerpo, nos dice hoy, para residir junto al Señor, Pablo no duda en decir que preferiría morir a fin de habitar junto al Señor, sin embargo es conciente, al mismo tiempo, de sus responsabilidad apostólicas, por eso acepta prolongar su estancia en la tierra. Debemos esforzarnos por ser gratos al Señor en esta tierra, pues de otro modo, no podremos llegar a él. Si en todo lo que hagamos buscamos ser gratos al Señor, hacer su voluntad, que es siempre una voluntad de amor, entonces nuestro optimismo podrá crecer cada vez más.

Pablo nos recuerda que debemos comparecer ante el tribunal de Cristo y esto nos hace sentir responsables de todo lo que hagamos, debemos tener siempre ese sentido de la responsabilidad en nuestra vida, aunque con la certeza de que seremos ayudados también por el Señor de una manera muy eficaz.

Así podremos llegar al final maravilloso que nos espera, la unión definitiva con Cristo en la vida eterna, es decir,en la vida de unión con Dios que es amor.

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